9 oct 2015

Vietnam. Día 2

Día 2: Ho Chi Minh - Can Tho (delta del Mekong)



Nos levantamos más o menos descansados después de haber dormido de un tirón. Además, como la ventana da al descansillo del ascensor y parece que no hay mucha gente en el hotel no ha habido interrupción de los ronquidos en toda la noche.
La cama es dura y las almohadas muy cómodas. Esto es algo que ya puedo anticipar se va a repetir durante todo el viaje. Vaya camastros más buenos en este país, oiga. 
A mi me cuesta dormir hasta tarde cuando tenemos un país por descubrir...empezando por el desayuno. Al parecer las almejas de la cena se han portado bien por lo que el estado de salud es inmejorable. 

El Desayuno

El desayuno es correcto: con su minibuffet con cereales, fruta (piña, sandía y dragon fruit...primer contacto con esta fruta parecida al kiwi pero de aspecto llamativo. Bien!), zumos, té y café. Aquí permitidme dos incisos:
  1. Los cereales: Eran chococrispis al uso. Pero me parecieron los mejores chococrispis que he probado en mi vida. Al llegar a España lo primero que voy a hacer...es comprar ChocoCrispies de Kellogg's esperando que sean iguales. Keeping crossed fingers.
  2. El café. Por respeto a otras culturas y para no ir a lo fácil diré que el café en Vietnam es, cuando menos, difícil de tomar. Aún hoy no sé si el café lo hacen a partir de polvos instantáneos o si por el contrario es café de verdad. Pero tambien os puedo anticipar (no es que sea un spoiler pero es para poneros en antecedentes) que no volveré a tomar café hasta Camboya. Bienvenido Mr. Lipton :)
Aspecto del buffet de desayuno. Chococrispis...

A Paseo!

Una vez ayunados y desayunados, tiramos de Lonely Planet para que nos lleve de paseo por los puntos más emblemáticos de Ho Chi Minh (HCMC desde ahora). Pasaremos por las calles de los distintos gremios, el mercado de Ben Thanh abarrotado de puestos, la  elegante casa de correos que parece transportarnos a otros tiempos, y la avenida principal presidida por el camarada Ho Chi Minh arropado por flores de loto, los rascacielos, hoteles de lujo, villas de clara influencia de la época colonial francesa, árboles gigantes con lianas, un río enorme navegado por cargeros... y todo ello al son que marca el ritmo del incesante tráfico propio de esta ciudad. Sin duda una mezcla que cautiva y bloquea todos nuestros sentidos desde las primeras horas de día.
Todo está impregnado de esa esencia comunista que intenta retener la inercia liberar del país. Retratos de Ho Chi Minh decoran las avenidas y consignas de ideales y comunistas se pueden leer (pero no entender) en cualquier parte. Es osado decirlo y a lo mejor es una hipérbole, pero se nota cierto tufillo a Corea del Norte, si bien, la apertura es clara. Hoces y martillos conviven con tiendas de lujo propias del más puro capitalismo a la sombra de la estatua del lider de la unificación.
A unos pocos metros de salir del hotel, Ben Thanh.



Decoración de las avenidas. Que no se olvide donde estamos!

Los mercadillos muestran su exotismo

Ho Chi Minh y sus consignas. Aniversario de su muerte.


Convivencia comunismo-capitalismo.

Casa de correos. Por dentro clásica pero evocadora de otros tiempos.
 Comeremos al lado del mercado. Unos rollitos de cangrejo acompañados por unos nooddles gordísimos con cangrejo y gamba (sí, gamba, sin s...venía 1 gamba), regado todo ello por dos cerves Saigón Bia. Además como acompañamiento o guarniación es costumbre sacar una cesta con hojas de distintos tipos, con sabores muy peculiares que mezcladas con el resto hacen un conjunto aromático que no deja indiferente a nadie. Nuevos olores y sabores! 
Un total de 160000 Dongs. Segundo acercamiento a la comida con éxito. Pinta que hambre, lo que se dice hambre, no vamos a pasar en este país. Además las calles tienen puestecillos de comida callejera cada dos pasos. Me encanta. Esto hace que el caminar por la acera sea una sucesión de olores, obstáculos, estampas, pitidos de claxon, gente que va, viene y se para, motos y coches como abejas en un enjambre, y tú en el medio de todo: Estamos en Asia, la vida en ebullición. 
El rancho del primer día.

 

Rumbo a Can Tho

Tras coger el pulso a la ciudad hochimita nos dirigimos al hotel. Recogemos las mochilas y vamos a la búsqueda del autobús número 2, desde el mercado de Ben Thanh que nos llevará a la estación de Mien Tai, donde tendremos que coger un autobús que nos lleve a Can Tho, para descubrir el delta del río Mekong. El autobús urbano es muy barato (6000D) y nos llevará como 1 hora hasta llegar a la estación de buses.

Y agarraos que llega...la anécdota del día.
La estación de Mien Tai es un poco locura. O eso me pareció a mí. Al llegar fuimos directos a una ventanilla donde ponía que vendían billetes a Can Tho, entre otros sitios. 30.000 Dongs cada viaje. Para nuestra desgracia, después de 1h y 45 minutos el autobús (más bien mini bus ampliado) al que nos habían hecho montarnos se para en una última estación. My Tho! Maldición! Menuda cara se nos debió quedar. Intentamos hablar con el conductor y decirle que en nuestros billetes pone Can Tho y que tiene que haber algún error pero...no sirve de nada. El uno por el otro y el otro por el de más allá, nos han liado.
Estamos a medio camino de nuestro destino y el siguiente autobús a Can Tho sale a la 5 de la mañana! Os podéis imaginar que nos pudimos cagar en todo lo cagable. Pero a grandes males grandes remedios. Desde que nos bajamos del bus había un hombrecillo pululando y diciendo que no había buses a Can Tho y que nos podía acercar a la autopista a interceptar algún otro bus que fuese a nuestro objetivo. Todo esto en inglés hochiminho, claro.
No nos quedaba otra. Ah! Nos acercaban él y su colega en sendas motos. ¿Qué podíamos hacer? Era arriesgado. 15 segundos después me estaba tronchando de la risa subido en una moto que me llevaría a una autopista a interceptar un autobús. Esto parece el caso Bourne. Por 20.000 Dongs las dos motos fue divertido pero... estábamos en una estación petroleadora (jurisdicción de surtidor). Tendríamos que pagar a un tipo cuyo negocio era un chiringuito de vender nada 240.000 dongs por un supuesto ticket de bus a Can Tho. Así sea. Al menos llegaremos!
Tras mucho desconfiar y una espera un  poco tensa aparece un minivan cargado de Vietnamitas. Puedo jurar que parecía el autobús que iba al casting de Humor Amarillo. Nos montamos y continuamos hacia nuestro destino. El viaje (aún quedaban como dos horas) se hizo eterno, especialmente cuando paramos en un "área  de servicio" muy muy local durante media hora. Para recuperar fuerzas decido comprar 4 mini plátanos con muy buena pinta y la mejor de mis intenciones. 3000Dongs. Debían ser plátanos trampa o plátanos de cera porque estaban malísimos: secos por dentro. Los tuvimos que regalar y aún así nos costó endiñárselos a alguien. Esto fue a media hora del final. Desesperados, el bus nos dejó en las afueras de Can Tho. Ahí cogeríamos un taxi al centro, al hotel Hello 2.

 

Can Tho! Hello 2 Hotel.

Visto lo visto la cosa que ya iba torcida llevaba visos de mejorar. Según Lonely Planet lo ponen bien pero...es un chasco. Decepción. Muy básico, feo, huele a humo, ruidoso, baño cutre-amplio de los de entrar y salir haciendo tetris o metiendo los pies en el retrete para poder abrir la puerta. Sábanas malas. Calentador de agua regulado por un interruptor externo al baño, lleno de mosquitos que tuvieron que rociar con algún gas letal... Ideal para una dura jornada de viaje como la que teníamos. 
En recepción contratamos la excursión al Delta del Mekong del día siguiente. Después de mucho negociar, conseguimos la de 7 horas por el mekong, con mercados, jungla, manglares...etc, por 25$. Yo creo que buen precio. Al menos en algo no nos la han dado...o sí? Never know.
Hotel Hello 2. Lo de las chanclas como elemento acogedor será tónica general del viaje. Asco.

Imaginad donde queda el retrete.

 

Cena

Por acabar el día tiramos de Lonely Planet para buscar algún sitio donde comer algo. A decir verdad Can Tho no es ni bonito ni interesante. Tiene un pequeño mercado nocturno, en cuyos jardines vemos alguna rata más, y una especie de paseo marítimo pegando al río. Nada especial. 
A la cena: No volveremos a hace caso a Lonely Planet en el resto del viaje en materia de hoteles o restaurantes. El restaurante tenía dos mesas ocupadas, una pareja y otro grupo de 8. Todos ellos españoles. Maldición. Casi cruzarse el globo para acabar en un ambiente similar al un Gambrinus mina la moral de cualquier viajero. 
Se supone que la especialidad del restaurante es serpiente (a 120.000 Dongs la ración no sorprende que la tengan que conservar en botes, como en almíbar :) ). La pareja de españoles nos comenta que está buena, pero que el cocodrilo no está tan bueno. Menudos flipaos. Comer para presumir. Nosotros acabamos cenando unos rollitos y unos tallarines. Correcto pero sin tirar cohetes.
Tras esta tarde de desventuras... a la cama que mañana a las 5.30 nos recogen. Al menos no es muy incómoda. El cansancio hace presencia y la fase REM del sueño llega mucho antes de lo esperado. ¡Qué gusto da dormir cuando se está cansado!